Ahí estaba siempre, tan sembrado, tan cínico. El nogal con su sonrisa de universo, mirando para todos lados, ¿pensando? ¿O solamente viviendo?
Pero Nogal, que haces ahí dando tantas nueces, y quitándole tantas cosas a la tierra, solo te veo tomar agua y respirar.
El Nogal no me respondió nunca, aguantó mis insultos, me enojé más con el nogal y lo empecé a patear, con una furia desesperada, lo golpeé con tanta fuerza que quería que empezara a llorar.
Me volteó a ver, pero no dijo nada, NADA.
Entonces agarré un hacha y ya lo corté.
Fin